Un siglo desde la azotea
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Con poco más de 100 años, muchos consideran a la radio el medio de comunicación más maravillo de todos los tiempos.
En 100 años de vida fui testigo de todo, viví guerras, democracias y dictaduras. Me dieron por muerta cuando nuevas innovaciones tecnológicas amenazaban con reemplazarme. La televisión, la computadora, internet, las redes sociales, todas parecían anunciar el fin, pero acá estoy, de pie cumpliendo lo que mejor se hacer: entretener, informar, acompañar. Soy música, soy noticias, soy entretenimiento, soy voz, soy todo eso que el paso del tiempo no mata. Puedo reinventarme en nuevos formatos, puedo dar voz a quienes no lo tienen y multiplicarlas al unísono, soy el aire…soy radio.
La voz de Enrique Susini dio inicio a mi historia un 27 de agosto de 1920 en la terraza del Teatro Coliseo, él junto a sus amigos: César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica tuvieron un sueño, difundir cultura a través de lo que sería una novedad 10 años antes, el telégrafo sin hilos. Fue un italiano cuyo nombre era Guillermo Marconi quien realizaba pruebas de transmisión de una manera bastante particular: con un barrilete que remontaba una antena.
Esas pruebas llevaron a quienes luego serían conocidos como “los locos de la azotea”, a meterse de lleno en un proyecto de transmisión radial. Estudiaron y buscaron toda la información que en esos años existía sobre los principios de Herz, Braun o Marconi. Pero como todo gran proyecto hubo obstáculos y este sin dudas fue la 1° guerra mundial, ya que el desarrollo de la radio pasó a ser algo que se daría en el más absoluto silencio.
Aun así, la guerra no detuvo a Susini, pues Argentina tenía una posición neutral, por lo que pudo recopilar información sobre los efectos de los gases en los frentes de batalla y sobre radiotransmisores. En 1917 la Armada le pidió viajar a Francia, algo que facilitaría las cosas para alcanzar ese anhelado objetivo de lograr como radioaficionado una transmisión en nuestro país.
Mientras tanto, Carranza, tuvo que desmontar una antena de radio que había colocado en la terraza de su casa ubicada en Libertad y Paraguay sospechado de pasar datos a barcos alemanes. No fue para nada sencillo en aquel contexto bélico, pero no se detendrían hasta lograrlo: la radio era un sueño tan grande que no pararían hasta lograrlo.
Cuando Enrique Susini regresó a nuestro país no lo hizo con las manos vacías, trajo consigo equipos de 5kw que fueron utilizados por el ejército francés, también los contactos de las experiencias previas realizadas en Irlanda y Canadá dejaron todo el campo allanado para lograr aquello que junto a sus amigos soñaron durante años: la primera transmisión radial argentina.
Un 27 de agosto de 1920 a las 21 horas, desde la terraza del Teatro Coliseo, el médico Susini, quien entonces tenía 25 años; y tres estudiantes de la Universidad de Buenos Aires: Mujica de 18, Guerrico y Romero Carranza de 22 daban inicio a una nueva era en nuestro país: la radio comenzaría a ocupar un lugar central en los hogares argentinos.
“Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, ‘Parsifal’, con la actuación del tenor Maestri, el barítono Aldo Rossi Morelli y la soprano argentina Sara César, todos con la orquesta del teatro Costanzi de Roma, dirigida por el maestro Félix von Weingarten”.
Ese día histórico, los jóvenes habían agregado una bocina para sordos a un micrófono y juntos a un transmisor de 5 vatios, casi atado con alambres, trepados a la azotea del Coliseo, volvieron su sueño realidad.
La transmisión fue realizada de manera exitosa, aunque solo la escucharon los pocos que poseían auriculares “a galena” en Buenos Aires. A partir de ese momento, las emisiones se sucedieron sin interrupciones. Al día siguiente, se transmitieron las óperas Aída, Parsifal nuevamente y, a la noche, Iris. Ese acontecimiento originó la primera licencia de la radiodifusión nacional: LOR, Radio Argentina, que transmitiría regularmente desde diversos teatros, incluyendo el Colón, lo que resaltaba los deseos de los cuatro jóvenes de difundir el arte y la cultura.
La historia marcó a Enrique Susini, Miguel Mugica, César Guerrico y Luis Romero Carranza como los locos de la azotea, pero más allá de ese momento fundamental, los 4 siguieron ligados a la cultura y por supuesto a la radio. Susini, fue profesor de canto y violín, fue además director del teatro Colón y director de cine, siendo el fim “La Chismosa” protagonizada por Lola Membrives la primera película argentina en obtener un reconocimiento internacional en el Festival de Venecia.
Miguel Mujica fue ministro de comunicaciones en el gobierno de Frondizi, César Guerrico director de la emblemática Radio Splendid y Luis Romero Carranza fundó la primera fábrica de celuloide virgen para Cine, patentó además el sistema de grabación de sonido y el micrófono de velocidad.
Para la historia seguirán siendo siempre “Los locos de la azotea”, cuatro médicos radioaficionados que iniciaron ese camino maravilloso para la radiodifusión argentina. Los sueños e ideas por más locas que parezcan si se llevan a cabo pueden cambiar vidas y ellos lo lograron.
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